Abrió la puerta y fue como abrirse un libro, o abrirse los pétalos de una flor, o abrirse las nubes para mostrar al sol.
Después de dos horas de caminata, esperaba encontrarlo, pues no había forma de comunicarse antes y avisarle que iría a visitarlo.
Abrió la puerta y con un gesto amable de su mano, el Anciano dijo:
– Hamuy, haykumuy, suyaspayki kashani (ven, entra, estoy esperándote) – Me sorprendió (¿Me estaba esperando? ¿Cómo sabría…? pensé) no supe qué decir, tan sólo levanté mi mano a modo de saludo y asentí con la cabeza, mientras esbozaba una sonrisa tonta…
Crucé el umbral, expectante a lo que ocurriría allí dentro, de lo que me esperaría, de las nuevas experiencias y enseñanzas que recibiría del Anciano…
– Unuta munankichu? Qarakumuy, chaypin huk qeron (¿quieres agua? sírvete, ahí hay un vaso) – dijo, señalando hacia un rincón de la casa.
Tomé un vaso, y me serví agua desde una vasija de barro. Sacié mi sed y volví a dejar el vaso. Me sequé la boca con la manga de mi camisa y entonces, él, con su acostumbrada amabilidad, me dijo:
– Tiyaykumuy (siéntate, por favor) – señalando un pequeño banquito de madera.
Así lo hice, mientras él se acomodaba en un tronco, cortado a modo de asiento.
– Imawan makiyki qerota hap’irqanki? (¿Con qué mano agarraste al vaso?) – me preguntó.
Al principio me extrañó su pregunta, pero acostumbrado a oírle, supuse que tenía una intención. Mas, qué curioso… no recordaba con qué mano había agarrado al vaso, pero no me atreví a confesarlo. Sin embargo, el Anciano no esperó mucho mi contesta, y me preguntó:
– Imawan chakiyki punkuta chakarqanki? (¿Con qué pie cruzaste la puerta?) – una vez más no supe qué decir. Al verme perdido, me dijo:
– Imayna chakarqanki reqsinkichu? (¿cómo sabes si has cruzado?) Sapa pachapi, sapa ichipi, sapa ruranapi… Maypin kasharqanki? (En cada momento, en cada paso, en cada acto… ¿en dónde habías estado?)
Y continuó:
– Ichá ñawpapi, ichá qhepapi? (¿quizás en el pasado, quizás en el futuro?) Ichá llaqtapi, ichá orqhopi? (¿tal vez en el pueblo, ¿tal vez en el cerro?).
Y sentenció:
– Kaypi kunan, manan kashankichu! (No estás aquí y ahora!)
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